INTERNACIONAL.- Los caminos del arte son inescrutables, y muchas obras
dejan al público con esa sensación entre la admiración ante una idea brillante y
la sospecha de que se están riendo de ellos. Si, como en este caso, en la receta
artística de turno se incluyen nada menos que 4,500 kilos de miel, la cosa se
complica un poco más.
La ocurrencia es obra del renombrado fotógrafo Blake Little que para su último libro, Preservation, tuvo la idea de cubrir a sus modelos con kilos y kilos de miel. ¿Para qué? Según él mismo explica, la idea era buscar un aspecto similar al de los insectos conservados en ámbar. De ahí el título del proyecto (conservación) aunque, como siempre, nada como un poco de discurso para darle al asunto cierto empaque.
Little asegura que con este experimento a base de mucha miel pretende hacer irreconocibles a las personas que posan “democratizando sus rasgos individuales para convertirlos en algo universal”. No estamos seguros de sí ha conseguido tanto, pero la verdad es que las imágenes son bastante espectaculares. Eso, unido al punto de locura que supone embadurnar a estas personas con miel, ha conseguido lo que posiblemente el fotógrafo quería: aparecer en todos los medios y que se hablara mucho de él.
Más allá del debate artístico o las críticas que ha recibido por incluir entre sus modelos a niños y perros -que a diferencia de los modelos adultos no tienen capacidad para mandarle a paseo a él y a sus tarros de miel- la polémica está, lógicamente, en el desperdicio de toda esa comida.
Aunque teníamos la esperanza de que el fotógrafo hubiera previsto este detalle y la miel hubiera sido reutilizada para algo, o se hubiera intentado desperdiciar la menor cantidad posible, como se ve en el vídeo del making off no parece ser el caso o, al menos, no se menciona nada al respecto.
Teniendo en cuenta la alarma cada vez más generaliza que existe entre muchas personas sobre la desaparición de las abejas y las terribles consecuencias que ello podría tener, el uso de la miel hace que para muchos sea especialmente escandaloso. Pero lo cierto es que, para los que creemos que con la comida se puede jugar pero no malgastarla, da bastante igual que sea miel, caviar iraní o callos con garbanzos. Aunque, pensándolo bien, eso último también daría mucho juego artístico.
Que con la comida se puede jugar y hacer auténticas obras de arte es algo que hemos ido aprendiendo en los últimos años. Pero este tipo de arte sólo nos convence cuando es en plato o al menos se puede comer. El resto de experimentos, por muy conceptuales, empalagosos -el chiste era inevitable- o espectaculares que sean, acaban resultando un tanto inmorales y difíciles de digerir.
Eso sí, antes de lanzarnos todos a la yugular de Little por sus fotos pegajosas, no estaría de más que mirásemos un poco más cerca. ¿Alguien ha dicho tomatina o festejos similares?
Fuente: blogs.20minutos.es
La ocurrencia es obra del renombrado fotógrafo Blake Little que para su último libro, Preservation, tuvo la idea de cubrir a sus modelos con kilos y kilos de miel. ¿Para qué? Según él mismo explica, la idea era buscar un aspecto similar al de los insectos conservados en ámbar. De ahí el título del proyecto (conservación) aunque, como siempre, nada como un poco de discurso para darle al asunto cierto empaque.
Little asegura que con este experimento a base de mucha miel pretende hacer irreconocibles a las personas que posan “democratizando sus rasgos individuales para convertirlos en algo universal”. No estamos seguros de sí ha conseguido tanto, pero la verdad es que las imágenes son bastante espectaculares. Eso, unido al punto de locura que supone embadurnar a estas personas con miel, ha conseguido lo que posiblemente el fotógrafo quería: aparecer en todos los medios y que se hablara mucho de él.
Más allá del debate artístico o las críticas que ha recibido por incluir entre sus modelos a niños y perros -que a diferencia de los modelos adultos no tienen capacidad para mandarle a paseo a él y a sus tarros de miel- la polémica está, lógicamente, en el desperdicio de toda esa comida.
Aunque teníamos la esperanza de que el fotógrafo hubiera previsto este detalle y la miel hubiera sido reutilizada para algo, o se hubiera intentado desperdiciar la menor cantidad posible, como se ve en el vídeo del making off no parece ser el caso o, al menos, no se menciona nada al respecto.
Teniendo en cuenta la alarma cada vez más generaliza que existe entre muchas personas sobre la desaparición de las abejas y las terribles consecuencias que ello podría tener, el uso de la miel hace que para muchos sea especialmente escandaloso. Pero lo cierto es que, para los que creemos que con la comida se puede jugar pero no malgastarla, da bastante igual que sea miel, caviar iraní o callos con garbanzos. Aunque, pensándolo bien, eso último también daría mucho juego artístico.
Que con la comida se puede jugar y hacer auténticas obras de arte es algo que hemos ido aprendiendo en los últimos años. Pero este tipo de arte sólo nos convence cuando es en plato o al menos se puede comer. El resto de experimentos, por muy conceptuales, empalagosos -el chiste era inevitable- o espectaculares que sean, acaban resultando un tanto inmorales y difíciles de digerir.
Eso sí, antes de lanzarnos todos a la yugular de Little por sus fotos pegajosas, no estaría de más que mirásemos un poco más cerca. ¿Alguien ha dicho tomatina o festejos similares?
Fuente: blogs.20minutos.es