LA HABANA (AP) — Una joven artista transformó un centro cultural de la capital cubana en un escenario para una competición de peinados afrocubanos, una inusual reflexión sobre el racismo en la isla, un tema polémico en la nación caribeña.
El performance, este fin de semana, formó parte de la 12 Bienal de artes
plásticas de La Habana, que presentó un sinnúmero de obras o instalaciones sobre
temas diversos, pero pocos de ellos se centraron en los estándares de belleza
racial y la discriminación en un país que hizo una revolución socialista.
Susana Delahante, artista de reconocimiento internacional de 30 años de edad invitó a las mujeres para competir en varias categorías, pero al final, las 70 inscritas solo se presentaron en dos apartados: pelo natural y trenzado.
"Es un primer paso por reivindicar un poco este tipo de pelo", dijo una de las participantes, Ania de Armas de 22 años y recién egresada de la carrera de Historia del Arte.
Vestidas de vivos colores y peinadas por ellas mismas, por sus hermanas o amigas, las mujeres —de entre 5 y 75 años de edad— subieron a una especie de pasarela frente a unas 300 personas que se congregaron a verlas y terminaron eligiendo con sus aplausos a las ganadoras.
Las que se llevaron los primeros lugares fueron Felicia Solano de 72 años en la categoría de natural, y Marbelys González, de 15, en la de trenzado.
Delahante y los muchos de los participantes del concurso lo describieron como una manera de reconstruir el orgullo de las mujeres afrocubanas, en una sociedad donde el pelo rizado y la piel negra son vistas por algunos como menos hermosos que la nariz recta y la tez pálida.
Según el último censo de población de la isla en 2012, hay 64,1% de blancos, 26,6% de mestizos y solo un 9,3% personas de raza negra, pero investigadores dudaron de la eficacia representativa de estos porcentajes pues durante las entrevistas de la encuesta las personas debían decir por sí mismos su propio color de piel.
"El proyecto (de concurso) está relacionado con la estética del cabello afronatural, el tipo de cabello con el que me identifico. Está basada en mi historia personal, en cómo la gente me mira", dijo a la AP, Delahante.
"Pensé que me gustaría hacer algo que legitime mi cabello, este tipo de cabello que está subvalorado. Y el concurso te habla de algo que tiene un mérito y por ello puede ser premiado", agregó la artista.
El racismo en Cuba y la reflexión sobre el fenómeno, es un tema particularmente delicado pues el proceso revolucionario desde su triunfo en 1959, con sus aspiraciones de igualdad y fraternidad consideró que el problema había desaparecido por completo dado la convivencia pacífica de todos.
Con la revolución, muchos negros y mulatos tuvieron acceso a la educación, viajaron, se incorporaron a trabajos antes solo permitidos a los blancos, pero aún así la discriminación continuó en las familias y en los imaginarios sociales.
"Persiste el racismo en Cuba", explicó a la AP el investigador de Casa de las Américas, Roberto Zurbano. "La revolución no se cuestionó la herencia racista y no hizo una autocrítica de la condición racial del propio proceso".
"La igualdad consistía en todas las medidas universalistas: educación, salud, vivienda, trabajo, no está mal, pero hubo políticas para sectores específicos. ¿Qué pasó con las prostitutas? Las llevaron a estudiar. ¿Con los campesinos? Hicieron tres leyes de la reforma agraria. ¿Con la mujeres? No se acabó el machismo, pero ellas se emanciparon muchísimo", explicó el experto.
"Hay dos sectores en los que se trabajó mal, los homosexuales y los religiosos; pero los negros no tuvieron ni una política afirmativa, ni negativa", señaló Zurbano, quien indicó que para las autoridades el problema del racismo "no existía".
Hay pocos afrocubanos en la televisión, menos que antes en las universidades, los cargos directivos del país son mayoritariamente blancos y según los expertos son menos los mestizos que reciben remesas del extranjero.
La importancia del concurso como el que preparó Delahante no escapó a Zurbano, para quien precisamente "el pelo es uno de los ícono más queridos de la identidad negra" femenina.
Para mujeres participantes de la competencia como Naomi Santana, una bibliotecaria de 25 años, una competencia como esta es un hito en el reconocimiento de su identidad.
"Me estoy acercando a la cultura afrocubana, antes llevaba el pelo alaciado y esto es un reconocimiento social que hacía mucha falta", expresó sonriente Santana, moviendo su largo y rizado cabello suelto con el que fue una de las finalistas.
Susana Delahante, artista de reconocimiento internacional de 30 años de edad invitó a las mujeres para competir en varias categorías, pero al final, las 70 inscritas solo se presentaron en dos apartados: pelo natural y trenzado.
"Es un primer paso por reivindicar un poco este tipo de pelo", dijo una de las participantes, Ania de Armas de 22 años y recién egresada de la carrera de Historia del Arte.
Vestidas de vivos colores y peinadas por ellas mismas, por sus hermanas o amigas, las mujeres —de entre 5 y 75 años de edad— subieron a una especie de pasarela frente a unas 300 personas que se congregaron a verlas y terminaron eligiendo con sus aplausos a las ganadoras.
Las que se llevaron los primeros lugares fueron Felicia Solano de 72 años en la categoría de natural, y Marbelys González, de 15, en la de trenzado.
Delahante y los muchos de los participantes del concurso lo describieron como una manera de reconstruir el orgullo de las mujeres afrocubanas, en una sociedad donde el pelo rizado y la piel negra son vistas por algunos como menos hermosos que la nariz recta y la tez pálida.
Según el último censo de población de la isla en 2012, hay 64,1% de blancos, 26,6% de mestizos y solo un 9,3% personas de raza negra, pero investigadores dudaron de la eficacia representativa de estos porcentajes pues durante las entrevistas de la encuesta las personas debían decir por sí mismos su propio color de piel.
"El proyecto (de concurso) está relacionado con la estética del cabello afronatural, el tipo de cabello con el que me identifico. Está basada en mi historia personal, en cómo la gente me mira", dijo a la AP, Delahante.
"Pensé que me gustaría hacer algo que legitime mi cabello, este tipo de cabello que está subvalorado. Y el concurso te habla de algo que tiene un mérito y por ello puede ser premiado", agregó la artista.
El racismo en Cuba y la reflexión sobre el fenómeno, es un tema particularmente delicado pues el proceso revolucionario desde su triunfo en 1959, con sus aspiraciones de igualdad y fraternidad consideró que el problema había desaparecido por completo dado la convivencia pacífica de todos.
Con la revolución, muchos negros y mulatos tuvieron acceso a la educación, viajaron, se incorporaron a trabajos antes solo permitidos a los blancos, pero aún así la discriminación continuó en las familias y en los imaginarios sociales.
"Persiste el racismo en Cuba", explicó a la AP el investigador de Casa de las Américas, Roberto Zurbano. "La revolución no se cuestionó la herencia racista y no hizo una autocrítica de la condición racial del propio proceso".
"La igualdad consistía en todas las medidas universalistas: educación, salud, vivienda, trabajo, no está mal, pero hubo políticas para sectores específicos. ¿Qué pasó con las prostitutas? Las llevaron a estudiar. ¿Con los campesinos? Hicieron tres leyes de la reforma agraria. ¿Con la mujeres? No se acabó el machismo, pero ellas se emanciparon muchísimo", explicó el experto.
"Hay dos sectores en los que se trabajó mal, los homosexuales y los religiosos; pero los negros no tuvieron ni una política afirmativa, ni negativa", señaló Zurbano, quien indicó que para las autoridades el problema del racismo "no existía".
Hay pocos afrocubanos en la televisión, menos que antes en las universidades, los cargos directivos del país son mayoritariamente blancos y según los expertos son menos los mestizos que reciben remesas del extranjero.
La importancia del concurso como el que preparó Delahante no escapó a Zurbano, para quien precisamente "el pelo es uno de los ícono más queridos de la identidad negra" femenina.
Para mujeres participantes de la competencia como Naomi Santana, una bibliotecaria de 25 años, una competencia como esta es un hito en el reconocimiento de su identidad.
"Me estoy acercando a la cultura afrocubana, antes llevaba el pelo alaciado y esto es un reconocimiento social que hacía mucha falta", expresó sonriente Santana, moviendo su largo y rizado cabello suelto con el que fue una de las finalistas.