MÉXICO.– A los 60 años, una edad en la que muchos hombres duermen cansados, el intérprete mexicano Emmanuel reconoce que sigue siendo un devoto del simple acto de cantar que ejecuta con igual alegría en el escenario como en la ducha.
“Todo me ocurre en el escenario, me entrego, crezco, me muero y hago el amor; también canto en la regadera (ducha), donde aprovecho para hacer mis ejercicios de voz mientras me baño”, confesó hoy el artista en una plática con los medios en la Ciudad de México.
Emmanuel presentó este martes su álbum “Sesiones inéditas desde Capitol Studios”, una pieza con una decena de canciones grabadas en el santuario de la música en Los Ángeles, por el cual han pasado figuras de la clase de Frank Sinatra, Elvis Presley, The Beatles y Michael Jackson, entre otros muchos.
“El proyecto es interesante porque además de tener la parte artística es informativo de lo que ocurre en el estudio cuando grabas en vivo”, asegura al referirse a la obra con canciones como “Ella”, “Privilegio” y “Cómo quieren que la olvide”, entre otras.
Viste de negro con una camisa de fondo blanco con motivos oscuros, usa lentes de sol y un sombrero gris debajo del que aparecen mechones de pelo blanco donde hace 30 años existía una cabellera bien peinada.
Cruza las piernas en una silla de plástico de color rojo y entonces se refiere al paso del tiempo.
“A uno le gustaría haber tenido la experiencia de ahora a los 20 o 25 años, pero entonces uno se hubiera perdido la parte más bonita de la vida, descubrir el mundo. Además para lograr el éxito la experiencia no sirve porque depende de las musas y a esas debes invitarlas a un café o a bailar”, asegura.
Da respuestas largas y por momentos se toca su rostro bien afeitado, pero no ensaya poses que recuerden a aquel joven lleno de energía que cautivaba a las chicas con joyas como “Con olor a hierba”, “Todo se derrumbó” o “Insoportablemente bella”. Habla del tiempo, mas no lamenta la llegada de la tercera edad porque eso lo distrae de vivirla.
“Acaba de nacer mi segundo nieto, ya tenía una nieta, por parte de mi hija Giovanna. Sientes una ternura increíble, una debilidad y a la vez una fortaleza; ahora lo que hace es comer, llorar y hacerse, pero cuando crezca espero divertirme con él”, cuenta.
El cantante retomará en unos días el “Two’r Amigos” en compañía de Manuel Mijares con quien hará este mes un corto viaje al Vaticano para regresar a México y estar el 12 de diciembre en el Auditorio Nacional en la segunda edición de una gira que está cumpliendo en teatros llenos.
A veces mira desde sus lentes a los ojos de quienes le preguntan, otras se fija en sus manos y en otras en el piso, cubierto con una alfombra negra y roja con superficie como de pelos parados.
Entonces se refiere a la música actual y confiesa disfrutar más los sonidos que las letras vulgares.
Es la reacción lógica de un hombre que escribía poesía a los 13 años y en la escuela de primaria se topó con poetas como César Vallejo, Vicente Huidobro y Gustavo Adolfo Bécquer. “Leo prosa, pero más poesía, después de esos vinieron García Lorca, Antonio Machado, Pedro Salinas, Pablo Neruda y Jaime Sabines, de quien fui amigo”, asevera.
Habla como un hombre sabio, con voz pausada y maneja ideas profundas como que la felicidad es una toma de decisión que no tiene que ver con dinero, ropa bonita o un auto lujoso. Confiesa alimentarse bien, llevar una vida ordenada y hacer ejercicios físicos, pero reconoce que a los 60 algunas cosas cambiaron.
“Hacer el amor es distinto, a los 24 años era una bestia, ahora se hace con más experiencia”, confiesa y, si bien se ríe, lo hace sin morbo, cuidadoso de dar un mensaje sobrio relacionado con la alegría de vivir.